Bitácora de un fifero treintañero – #2: El álbum infinito de barajitas digitales

Aunque tengo 24 años de relación con el videojuego estrella de Electronic Arts, no fue sino hasta su iteración de 2018 cuando me enganché al Fifa Ultimate Team, un modo en el que vas construyendo poco a poco tu equipo de ensueño con una serie de cartas digitales que funcionan como jugadores en ligas y torneos celebrados para la comunidad del título, ya sea en línea contra otros gamers, o directamente contra equipos manejados por la IA.

No es un secreto para cualquier persona que siga este juego que desde hace más de diez años la modalidad del FUT es la gallina de los huevos de oro para EA, todo a causa de las microtransacciones asociadas a sobres de barajitas que puedes comprar con monedas ficticias que vas ganando partido a partido, o con dinero real que se gastan miembros de la comunidad del videojuego en los Fifa Points, el crédito comprado in game para abrir más sobres.

La empresa canadiense de entretenimiento digital gana billones de dólares año tras año gracias a los descerebrados que se gastan cientos o miles de pasta real en los mencionados sobres, generalmente en búsqueda de mejores cartas para reforzar sus equipos, o fichajes que puedan vender en el mercado interno del Fifa Ultimate Team para obtener monedas ficticias, las cuales a su vez te dan mayores probabilidades de poder costearte las cartas más codiciadas del juego.

En esas cartas añoradas hay diferentes versiones de leyendas del balompié, como Ronaldo Nazario, Ruud Gullit, Thierry Henry, Patrick Vieira, David Beckham, Michael Laudrup, Pelé o Maradona, entre muchísimos otros nombres. Y también están los sospechosos habituales del presente: Mbappé, Neymar, Cristiano Ronaldo, Messi, Erling Haaland, Robert Lewandowski, Kevin De Bruyne y Mohamed Salah, por nombrar tan solo unos pocos.

La cantidad de aristas que se desprenden de esta sección del videojuego es abrumadora. Desde acercamientos semióticos que detallan los efectos que tiene este título futbolístico en el cerebro de sus jugadores; pasando por torneos profesionales con los mejores gamers del FUT, los cuales a su vez están patrocinados por grandes marcas o equipos reales de fútbol; y hasta llegar a casos de menores de edad que se han gastado los ahorros de sus padres en la compra de cantidades inmensas de FP, lo cual ha llevado a la prohibición de este tipo de transacciones en algunos países, como es el caso de Bélgica (en donde no se venden Fifa Points desde 2019).

La relación que tengo con los videojuegos en general comenzó desde mi niñez en los noventa, una época en la que pagabas por un juego y tenías todo disponible en ese cartucho, por lo que evidentemente estoy en contra de las microtransacciones en esta industria. Sé que soy un purista y que el negocio de los videojuegos ha mutado, pero sigo con la terquedad de pensar que todo el contenido del juego debería estar disponible en tu paso por caja cuando te haces con cualquier título.

A pesar de ello, entiendo también que juegos free to play como Fortnite vivan precisamente de las microtransacciones, pero en esos casos sabes muy bien qué es lo que estás comprando cuando decides hacer algún tipo de mejora en tu avatar. Por ende, ¿qué es lo que vuelve maligna la práctica de EA con la venta de FP? Pues que ese dinero que inviertes no te asegura obtener la carta que quieres. Estás pagando por un sobre de barajitas digitales, y el azar juega un papel importante en la apertura de ese sobre. Al igual que los álbumes de cromos, no sabes con certeza qué cartas vas a obtener. Es una apuesta pura, es suerte o, como lo llaman los ejecutivos de EA, son «mecánicas sorpresa».

Si vamos más allá, los adultos saben muy bien en lo que se están metiendo al momento de comprar FP para abrir sobres del FUT, y el dinero que usan está asociado a su trabajo o a una decisión de personas mayores de edad. Pero, ¿qué hay de los niños o adolescentes que aún no ganan su propio dinero? ¿Cómo se terminará de desarrollar su escala de valores cuando están jugando a un casino futbolero con el dinero que les regalan sus padres o abuelos? ¿Estarán propensos a caer en adicciones a las apuestas en el futuro? Son preguntas que los ejecutivos que mueven los hilos en EA no quieren responder. Y me parece que eso está mal, muy mal.

A pesar de mi oposición a las microtransacciones en el Fifa o cualquier otro videojuego, y de no estar de acuerdo con el rumbo que está tomando la franquicia maestra de EA en los últimos años, desde mi iniciación en el FUT hace ya casi cuatro años, esta modalidad del juego igualmente me tiene atrapado en sus garras. Vale, yo no gasto dinero en el juego, más allá del pago por el mismo en preventa. Pero sí le he dedicado una cantidad increíble de horas que, de haberlas aplicado en algo productivo o creativo, como la escritura, ya tendría un par de libros de cuentos listos para ser corregidos.

Me debato entre el amor y el odio con el FUT y, afortunadamente, desde el nacimiento de mi primera hija, la cantidad de tiempo que he invertido en el Fifa Ultimate Team ha bajado potencialmente. Esta modalidad del juego es tan cabrona que, justamente cuando ya sientes que tienes tu equipo completo para competir, ya llega la campaña publicitaria del próximo Fifa, en el que evidentemente no podrás exportar el once que tardaste unos siete u ocho meses en armar. El nombre de tu club imaginario sí se mantiene, pero los jugadores se quedan atrapados en la versión previa del videojuego. Esa práctica de EA es otra de las barrabasadas que aplican a su comunidad de gamers. ¡Y conste que yo no pago ni un centavo adicional! ¿Cómo se sentirán las personas que, además de tiempo, invirtieron dinero real en la formación de su equipo, cuando, llegados ya a julio o agosto, se percatan que solamente faltan dos meses para tener otro Fifa en la palestra y que todo ese esfuerzo e inversiones se van a la basura?

Si me preguntan a mí, opino que los que gastan dinero real en el juego se tienen bien merecido esa especie de castigo, ya que si no compraran tantos FP la empresa desarrolladora trataría de dar un vuelco al rumbo que está tomando el videojuego que adoramos (y detestamos) millones de futboleros alrededor del mundo. Y esa campaña que apunta a mantenernos frustrados y cargando al mono del FUT en nuestra espalda no sería tan maquiavélica.

Pero acá seguimos, pendientes de la nueva versión mejorada de nuestros futbolistas favoritos en forma de cartas digitales, enfrentándonos en una competición demente que saca los peores comportamientos en los gamers, desesperados por mejorar nuestros equipos de una u otra forma, para luego arrancar de cero otra vez. Y otra. Y otra. Y una vez más. Y ya que entramos en el tema de la toxicidad, se me hace imposible obviar que este videojuego tiene una de las comunidades más competitivas y tóxicas del presente. En los modos en línea del FUT nadie regala nada, ni siquiera en los partidos amistosos. Esto es una carnicería futbolera que me llevó a bloquear las comunicaciones en mi perfil de Xbox Live para no tener que lidiar con los insultos que a veces surgen luego de ganar o perder un partido. Porque los insultos pueden venir a causa de que ganaste y tu contrincante piensa que el resultado fue injusto, o porque perdiste y tu contrincante quiere humillarte aún más con algún comentario desproporcionado. Personalmente estoy muy viejo para tener que lidiar con ese tipo de comunicaciones. Pero la edad evidentemente no es una excusa, ya que uno de mis mejores amigos, contemporáneo conmigo en edad, sí que se enfrasca en el toma y daca de los insultos en las salas de chat, ganándose más de un bloqueo comunicacional por parte los moderadores de Xbox Live.

La química requerida para armar un buen equipo en el FUT te lleva a preparar equipos con jugadores de una liga en específico, de un país en particular o híbridos interesantes con mezclas de varias ligas y países. Aunque, cuando el juego decide que tu racha es muy buena y que te hace falta una derrota clave para disparar tu frustración, créeme que vas a perder así te estés enfrentando a un equipo con química deficiente. Porque el tema del hándicap en el Fifa es real. EA dice que es una teoría de las personas que no saben perder, pero pasan cosas raras en este juego. Cuando el balón no quiere entrar, y la IA decide que debes perder, hasta el mismísimo Xavi Hernández fallará pases a menos de un metro de su compañero más cercano.

Te preguntarás entonces, querido lector, por qué sigo teniendo como pasatiempo un videojuego tan polémico y problemático. Y la verdad no puede ser más cruda. Me atrevería a decir que más del 90% de las personas que jugamos al Fifa Ultimate Team somos unos adictos de esta modalidad. Y los adictos tenemos varios perfiles. Están los adictos adinerados que abren cantidades inmensas de sobres en busca de la mejor versión de Ronaldinho o Zidane, y estamos los adictos sin dinero, pero con algo de dignidad, a los que nos encanta derrotar a los equipos millonarios con híbridos medianamente humildes, preparados con muchas horas de dedicación y las tácticas que nos gustan del fútbol real.

Creo que debemos dejar esta disertación acá, y retomar en un futuro ensayo aspectos del Ultimate Team que se nos han quedado por fuera, como esa locura de treinta partidos en los fines de semana llamada FUT Champions, la explotación de las mecánicas del juego con las cartas «meta», las extrañas celebraciones de los avatares cuando hacen un gol (más parecidas justamente al Fortnite que a las celebraciones de los jugadores en la vida real), el hilarante mundo de foro web del Fifa Ultimate Team o el campo de los You Tubers del Fifa, un espacio que es extraño, fascinante y esperpéntico a la vez. 

Publicado por camachomirandajavier

Transeúnte perenne del arco argumental. Devoto de la narrativa. Docente de Lengua Castellana y Literatura. Melómano empedernido. Ciudadano.

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